Hoy he leído en Redacción Médica
éste artículo y quiero aprovechar la ocasión para hacer una reflexión sobre el asunto. No voy a meterme en cuestiones filosóficas, quiero ser más pragmático e ir al fondo de la cuestión.
Todo viene porque hace unas semanas el Tribunal de Estrasburgo ha sentenciado que Suiza (donde el Suicidio Médicamente Asistido es legal) debe esclarecer en su ley en qué situaciones una persona en pleno uso de sus facultades puede solicitar ayuda para morir, independientemente de que padezca o no una enfermedad. En este caso, la solicitud la formulaba una mujer de 82 años. Entiende Estrasburgo que el Estado no debe obligar a nadie a prolongar su vida más allá de lo que considere como aceptable de acuerdo con sus valores vitales.
Del artículo al que os enlazo arriba, me ha gustado particularmente el hecho de que hable de Cuidados Paliativos y no se limite al debate eutanasia sí - eutanasia no (que no siendo equivalente al suicidio médicamente asistido, comparte multitud de similitudes). No podemos concebir la eutanasia como una medida terapéutica más dentro de nuestro arsenal ordinario.
Es una medida extraordinaria que debe dar respuesta a situaciones extraordinarias. Antes que preguntarnos sobre el derecho a la eutanasia tenemos que preguntarnos: ¿qué lleva a una persona de 82 años, sana por otro lado, a solicitar que le ayudemos a morir, por el mero hecho de su edad? ¿No está la sociedad fracasando en la protección de los más débiles, que ante la falta de recursos que ponemos a su disposición, ven como única salida a su sufrimiento buscar su propia muerte?
Debemos preguntarnos qué efecto tendría sobre los muchos enfermos terminales de nuestro país destinar los recursos necesarios para poder llevar a cabo unos cuidados paliativos de calidad, integrales, como proporciona a través de sus profesionales la
Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, referente en esta materia.
¿Es justo que una persona tenga que solicitar que le ayudemos a morir porque no le estamos dando los cuidados que necesita? Siempre tenemos que tener presente que a veces no podremos curar, pero siempre cuidar y acompañar al que sufre.
Y ya no sólo hablamos de cuidados paliativos, sino de una atención integral a la persona mayor sana o dependiente, que le permita disfrutar de una vida plena, de acuerdo con sus convicciones morales y sus estándares de calidad de vida.
Por otra parte, algunos estudios parecen indican que en aquellos países donde la eutanasia se ha legalizado, como Bélgica, la consulta a servicios de Cuidados Paliativos a caído al 9% de las ocasiones en las que sería necesario (Pereira J, Journal of Current Oncology, 2011). En este sentido, considero fundamental continuar investigando sobre este hecho. Habría que averiguar también si la actual carestía de recursos influiría en el número de demandantes de suicido médicamente asistido o eutanasia, lo que me parecería absolutamente injusto.
Una vez agotada la vía de los cuidados paliativos, ¿debería poder el paciente solicitar a su médico que le ayude a morir? En mi opinión, sí. El estado no creo que deba ostentar el poder de decidir si alguien quiere poner fin a su vida. Pero tomemos con prudencia esta máxima, porque podemos caer en el error de confundir la falta de recursos que plasmada en unos malos cuidados llevan a sentir ganas de morir con el verdadero deseo real y profundo de querer poner fin a la propia vida por no poder vivirla (valga la redundancia) de acuerdo con nuestra voluntad.
¿Qué opináis vosotros?
Imagen: en rojo, los países donde la OH de San Juan de Dios tiene presencia.
Fuente: OH de San Juan de Dios.