México. Aplicar la pena de muerte a quien cometa el delito de secuestro no resuelve absolutamente nada; esas medidas han fracasado y ponen nuevamente en la palestra el tema de que a pesar de que alguien puede ser un criminal, tiene derechos, nos agrade o no.
En ello coincidieron en entrevistas por separado Alfredo Nateras, sociólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y miembro del Consejo Latinoamericano de Estudios sobre la Juventud, y Oscar J. Martínez González, director de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac.
Nateras expuso que por muy doloroso que el delito sea y que se justifique la indignación social que provoca, la condena capital no sirve para desalentar la comisión del delito, e indicó que esa petición se asemeja a la vieja consigna de "capar" a los violadores.
"Hay que reflexionar más profundamente en términos de qué tipo de sociedad estamos siendo que generamos estas atrocidades o situaciones dolorosas",advirtió el sociólogo.
Casos como el reciente secuestro y asesinato del joven Fernando Martí, que ha levantado voces a favor de la pena de muerte, tienen muchos matices.
Entre ellos está el hecho de que las instancias de procuración de justicia y de seguridad han sido rebasadas. "Están fallando y, en ese sentido, no garantizan el derecho a la seguridad de los ciudadanos", comentó.
A partir de casos de este tipo, indicó, se comprende que haya pensamientos de revancha social, por lo que se solicita la pena de muerte. Y es que, explicó, somos una sociedad muy agraviada, con demasiadas cicatrices, pero ello no resuelve absolutamente nada.
El experto dijo que si bien a la sociedad le toca una parte de responsabilidad para coadyuvar en circunstancias de ese tipo, definitivamente no está en ella la solución completa.
Lo que toca a la sociedad civil, detalló, es justamente tratar de reparar el daño social con la demanda que no se repitan esas situaciones. "Lo que le corresponde es protestar y exigir otras formas de políticas de seguridad y nuevas leyes", sentenció Nateras.
Recordó que en este caso están implicados policías, por lo cual es necesario también insistir en que es preciso repensar la política de seguridad y sanear a los cuerpos policiacos.
El estudioso expuso que no se puede entender la ola del crimen organizado en aumento si no es a partir del contubernio con las autoridades, y este es un ejemplo más.
Además aseguró que no es la primera vez que agentes policiacos están implicados en situaciones de secuestros o asesinatos.
Lo que queda entre tanta situación, mencionó, es pensar que poco a poco se tienen que ciudadanizar las instancias de procuración de justicia, en términos de que la sociedad tenga control con respecto de los cuerpos de seguridad del Estado. "Por ahí tendríamos algo a experimentar", abundó.
Este caso, opinó el sociólogo, vuelve a colocar en el centro de la discusión que hay una política de seguridad totalmente errada.
Alfredo Nateras consideró que retomar la aplicación de la pena de muerte sería un retroceso, pues se ha demostrado que no disminuye las tasas de criminalidad y, por el contrario, se puede utilizar como arma para criminalizar los movimientos sociales o las disidencias. Recordó el caso de todos los mexicanos que aguardan ser ejecutados en Estados Unidos.
"El Estado mexicano aboga por ellos porque considera que llevarlos a la muerte bajo una inyección letal es una barbarie", y abundó: "Imagínese, nuestro Estado propugnando porque no se aplique esa pena a nuestros paisanos y, al mismo tiempo, una parte de la sociedad abogando por la pena de muerte.
Eso es una contradicción". A su vez, Martínez González mencionó que este tema no se resolverá mediante la consigna de "ojo por ojo y diente por diente".
Estamos civilizados y avanzados como sociedad, indicó, como para volver a esa condena. En cambio, dijo, se debe poner énfasis en que se acabe con la corrupción y en el hecho de que personas que se dedican a secuestrar no salgan de la cárcel a los meses siguientes, al año siguiente y, muchas veces, ni siquiera pisen el reclusorio.
La pena de muerte no arregla nada; incluso, a veces hay injusticias porque una persona puede ser asesinada no por ser culpable, sino porque no tuvo un proceso adecuado, expuso.
El ejemplo que se puede dar es a través de castigos más severos, y no se trata de dar 100 años de cárcel, sino que se cumpla la ley. Lamentablemente es frecuente escuchar que, por ejemplo, un narcotraficante o un miembro del delito organizado sale libre poco tiempo después de haber cometido su crimen.
Así, consideró, no es con penas muy altas o colgándolo de una horca en el Zócalo como se pondrá el ejemplo.
Ya no es esa la sociedad en la que vivimos; alguna vez se necesitó ser así, para que la gente desistiera de cometer crímenes, pero hoy no.
Además, expuso el director de la Facultad de Bioética de la Anáhuac, es preciso reflexionar el por qué existen estos crímenes. La respuesta, consideró, es porque hay injusticia en muchos otros aspectos.
El experto advirtió, por otra parte, que los ciudadanos y la sociedad han permitido e incluso alentado las agresiones. "Somos una sociedad fría, que fomenta la violencia, que permite leyes a favor del aborto, en contra de la vida, que permite el alcohol, etcétera".
"Hemos permitido que haya muchas cosas a nuestro alrededor, y esas son semillas que el día de mañana forman delincuentes", declaró Oscar Jiménez González.
El experto se pronunció entonces por promover que se atienda el tema por el lado preventivo; una vez que se demostró un delito, que los criminales no tengan manera de no pagar por lo que hicieron.
