Publicada: 4 octubre 2011
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Sé de antemano que lo que a continuación comentaré no será del agrado de muchos colegas, ya que es un tema del que no nos gusta hablar.
Se trata de nuestra conducta en el ejercicio de nuestra profesión, que en ocasiones es la causa por la que muchas veces nosotros mismos nos pongamos en el centro de los cuestionamientos públicos.
Sin embargo, a pesar de que nunca es bueno generalizar, ya que corremos el riesgo de que muchos colegas honestos y capaces se cuelen dentro de lo que se critica, es necesario un ejercicio de auto reflexión, si pretendemos mejorar los servicios que brindamos.
La mayoría de los médicos especialistas se desenvuelve profesionalmente en el ámbito de la medicina pública y privada. Sin embargo, su comportamiento en cada uno de estos ámbitos es diferente.
En su consultorio particular muchos son todo amabilidad, le sonríen al paciente, lo tratan casi casi como rey; en contraste, en la institución pública cambian su conducta y muchas veces son hoscos, malhumorados y frecuentemente regañan a sus pacientes.
Posible excusa
Una posible excusa para esta dicotomía es la cantidad de pacientes que le toca ver en las instituciones.
Por otra parte, el médico privado es muy dado a solicitar muchos estudios auxiliares de laboratorio y el médico institucional como que los regatea. He de decir que en este sentido es más probable que el médico en una institución pública te pida lo que efectivamente necesitas de acuerdo con su patología; al contrario, el privado podría pecar de exagerado al solicitarte ciertos estudios.
Otro caso es cuando los pacientes tienen algún padecimiento con indicaciones no absolutas de cirugía. El médico privado tiene la tendencia a convertir este padecimiento en una "urgencia absoluta" e incluso presiona al paciente para que se opere. En las instituciones públicas los médicos son más dados a programar cirugías sólo cuando son realmente necesarias, aunque en ocasiones se pueden ir al otro extremo y demorarse.
Los honorarios médicos también es algo que merece algunos comentarios, ya que están en el centro de las razones de esta dicotomía. Como en cualquier profesión, se trata evidentemente de un mercado que se cotiza de acuerdo con diferentes circunstancias.
La medicina particular es muchas veces muy cara e imposibilita que la mayoría de las personas tenga acceso a estos servicios. Hay varias razones para ello: el costo del mantenimiento de los consultorios, los riesgos inherentes al ejercicio de la profesión, en especial las de índole quirúrgico; también el tiempo invertido en adquirir los conocimientos, las demandas medicolegales que obligan a los galenos a contratar aseguradoras, etc.
Comparten culpa
Sin embargo, hay algunas razones para afirmar que en algunas ocasiones los pacientes tienen hasta cierto punto parte de la culpa de la problemática anotada anteriormente. Por ejemplo, cuando una patología no tiene una indicación absoluta de cirugía, es decir, hay alternativas de manejo que podrían ser la solución a dicha enfermedad y que sólo el tiempo y la evolución del padecimiento darían la pauta para modificar la conducta médica.
Sin embargo, si el paciente acude con un médico privado y éste le dice que hay que operar, la persona acude a la institución para exigir que se le opere. Y comienzan los problemas, pues el paciente tiene la tendencia a creerle más al médico privado.
En esto influye mucho el dinero que el paciente eroga.
Pensamiento erróneo
Los honorarios médicos son altos debido también a una peculiar manera de ser de los pacientes. Da la impresión que el paciente razona de la siguiente manera: "Si cobra caro, ha de ser muy bueno", "si su consultorio está siempre lleno, también".
"Si cobra barato es que es malo", "si no le pide muchos estudios a su paciente, es que no sabe". Y la realidad es que a lo largo de su vida muchos médicos han fomentado un prestigio ejerciendo honestamente la medicina, y evidentemente tienen éxito y casi estoy seguro que su comportamiento en la institución donde trabajan es semejante.
Pero por otra parte hay muchos médicos poco honestos, pero hábiles para eso de la mercadotecnia, que saben vender bien sus servicios y por esto tienen éxito. Si son cirujanos suelen presionar mucho a los pacientes para que se realicen determinada cirugía y le solicitan un sinfín de estudios. Son médicos de apariencia, poco honestos, pero hábiles para convencer a sus pacientes.
¿Se ha preguntado alguna vez si su médico de cabecera cae dentro de alguno de los comentarios vertidos en el presente artículo?
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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