El fin del año 2010 trajo al tapete un nuevo debate, esta vez sobre el llamado aborto terapéutico, categoría en la que se ha pretendido incluir el caso en que resultaría necesario sacrificar la vida del feto por encontrarse en riesgo la salud de la madre y, además, los casos de fetos en que, por malformaciones o patologías, no podrían sobrevivir al nacimiento o tendrían una vida limitada o "distinta" y; aquellos en que su concepción está vinculada a una violación o relación no consentida.
No podemos dejar de referirnos a la liviandad y falta de rigor profesional en que han incurrido varios profesionales, en particular un médico, quienes han pretendido sensibilizar a la opinión pública con el caso de una mujer con un embarazo de 36 semanas cuya vida corría peligro por un cáncer, el que el embarazo impedía tratar. No existía tal cáncer: el médico y los profesionales nunca hicieron gestión alguna para verificar su caso emblemático; el centro asistencial esperaba por semanas el que la embarazada se presentara para inducirle su parto ya que no existía inconveniente para ello. ¿Éste será el rigor profesional de las certificaciones médicas a que se refiere el proyecto de ley como requisito para dar muerte a un feto?
Cabe señalar que en Chile, con la legislación vigente, no existe impedimento alguno para que un médico practique las acciones que fueren necesarias para cuidar de la vida y de la salud de una mujer embarazada, aun cuando ello suponga que la consecuencia no buscada de la atención médica lleve a la pérdida del feto. No sólo no existe en este caso acción antijurídica alguna, sino que el médico a cuyo resguardo está entregado el cuidado de una mujer está obligado, legal y profesionalmente, a velar por la salud de su paciente, con prescindencia de los efectos colaterales. No resulta necesario, en consecuencia, cambio legal alguno para asegurar la vida y salud de las madres embarazadas.
En otro debate que resulta pertinente a éste, es sobre la pena de muerte. Entre muchos argumentos, se señalaba que la sociedad no podía, ni aun frente a los crímenes más atroces, quitar la vida a un ser humano. También se señaló que la posibilidad, aun cuando fuere remotísima, de condenar a un inocente impide aplicar una pena irreversible.
Estos argumentos resultan iluminadores en la actualidad. ¿Puede alguien arrogarse el derecho de decidir dar muerte a una creatura que está por nacer por el hecho de que será distinto o porque su concepción se produjo en una relación no consentida, sin plena conciencia o con violencia? ¿Qué culpa tiene ese niño? ¿Puede recibir la pena de muerte por la acción de su padre o de su madre? La complejidad y trascendencia del tema amerita un debate serio, al que estamos todos invitados.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
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Benedicto XVI ha recordado que en el hogar cristiano "también se transmite la fe, se fortalece la esperanza y se enardece la caridad". Además, el Papa ha alentado a los fieles a vivir "con renovado entusiasmo" la vocación cristiana en el seno de la familia. Asimismo, ha pedido a los fieles que conviertan sus casas en "verdaderos semilleros de virtudes" y un espacio "sereno y luminoso de confianza" en el que se pueda "sabiamente discernir la llamada del Señor".
Por último, ha encomendado a la Sagrada Familia "los frutos de este encuentro para que sean cada vez más las familias en las que reine la alegría, la entrega mutua y la generosidad". Por otra parte, el Papa ha recordado el atentado perpetrado contra la comunidad cristiana copta en Alejandría, que ha causado 21 fallecidos y ha señalado que "esta estrategia de violencia" que tiene como objetivo a los cristianos "ofende a Dios y a la humanidad entera".
Todo esto está sucediendo en las sociedades europeas, según Rouco, para quien el aborto o la eutanasia son manifestaciones de "una crisis mucho más honda en sus causas que las que se detectan en los campos de la técnica y de la acción económica, social y política".
Por el contrario, ha llamado a decir "sí" a aquello que permite, a su juicio, "dar testimonio de la belleza de las familias", al amor entre hombre y mujer que tienen hijos en el seno del matrimonio, al "don de la vida en todas sus formas" y a la misión de educadores de los padres dentro de la familia.
Asimismo,el presidente del Consejo Pontificio para la Familia de la Santa Sede, el cardenal Ennio Antonelli, ha manifestado que la familia es "esperanza" para el futuro del cristianismo y les ha animado a que, unidas en el amor, sean "fuertes" frente a "los desafíos y la dureza de la vida" y a que den "juventud" a la "vieja" Europa ofreciendo el testimonio de Jesús.