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lunes, febrero 21, 2011

Nadie sabe qué hacer con los embriones congelados

Nadie sabe qué hacer con los embriones congelados

20/02/11 Muchos son de parejas que no quieren tener más hijos, o que se separaron o murieron. Por eso falta una ley que responda sobre una eventual donación, destrucción o su uso para fines investigativos. Por los tratamientos de fertilidad, ya suman 15 mil

PorMariana Iglesias

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En distintos laboratorios de la Argentina hay unos 15.000 embriones congelados con destino incierto. Algunos serán transferidos al útero de las mujeres que se sometieron al tratamiento del cual son producto. Otros no. Tal vez porque estas mujeres ya tienen hijos y no quieren más. O quizás porque pasaron los años y ya son demasiado grandes para quedar embarazadas. Incluso se plantean situaciones aún más complejas: hay embriones congelados de parejas que se han divorciado, o que han muerto. ¿Qué hacer entonces con estos embriones? ¿Se los descarta? ¿Se los usa para investigar? ¿Se los dona? ¿Se los da en "adopción"? No existe en el país legislación al respecto. Lo que se hace queda a criterio de médicos y pacientes. Mientras tanto, alrededor se alzan voces de lo más dispares que van desde quienes tratan a los embriones como si ya fueran bebés a los que directamente se oponen a los tratamientos de fertilización asistida .

Acaban de cumplirse 25 años de los primeros tratamientos que hubo en el país. En este tiempo los avances científicos han sido imparables. Los métodos han adquirido un nivel de sofisticación tal que hoy es posible que una mujer menopáusica que no tiene pareja se quede embarazada y tenga un bebé. Hay donación de esperma, de óvulos y de embriones, aunque no se diga en voz alta. Actualmente se usa la vitrificación, que por ejemplo conserva jóvenes los óvulos de mujeres que deciden aplazar la maternidad, o que deben enfrentar tratamientos de quimioterapia. Esta técnica es la que se usa hoy día para conservar aquellos embriones "sobrantes" de un tratamiento de fertilización.

Según los especialistas, las principales ventajas de esta técnica son que permite limitar el número de embriones a transferir para reducir al mínimo el riesgo de un embarazo múltiple (se coloca un promedio de dos embriones por transferencia y se congela el resto). Esta técnica permite acceder a un nuevo intento de embarazo si el primer intento fracasa. El tema de debate es si el primer intento es exitoso y la pareja ya no quiere saber nada con esos embriones, cómo proceder con los que se guardaron.

Existe un fallo de la Cámara Civil de la Capital Federal de 1999 que prohibe que los embriones se destruyan o se usen para experimentos . Es que la Cámara sostiene que el embrión tiene status de persona, y entonces sólo pueden ser transferidos a la pareja que aportó las gametas. El fallo parte del planteo de un abogado, Ricardo Rabinovich, que consideró que los embriones eran personas jurídicas y demandó a varios centros.

"Por eso es que hoy la AACeRA (Asociación Argentina de Centros de la República Argentina) desaconseja la donación de embriones congelados", dice a Clarín Sergio Papier, titular de AACeRA, y próximo presidente de SAMER (Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva), entidad que "considera desde la perspectiva estrictamente científica que la tesis de que un embrión es una persona es insostenible". "De todas maneras, hay algo en lo que sí los centros estamos de acuerdo. No son material de descarte ni experimental", asegura Papier, quien opina que sí debería estar permitido que se donen a otras parejas: "Es la salida más lógica para estos embriones que no son reclamados". 

Como en el resto de los centros, en el CEGYR –uno de los más importantes, sólo allí hay 2.400 embriones congelados– las parejas firman un consentimiento informado antes de la criopreservación de embriones. Allí no sólo se les advierte que deberán pagar el mantenimiento de los embriones (unos cien dólares anuales) sino que se explica que "la única alternativa para dichos embriones criopreservados es la transferencia futura de los mismos dentro del ámbito de la propia pareja. En caso de divorcio o muerte de uno o ambos miembros de la pareja, será la autoridad competente quien decida el futuro destino de los embriones criopreservados". Pero esta "autoridad competente" no existe. Como tampoco ninguna ley.

"En Argentina no hay legislación sobre temas de bioética porque son particularmente conflictivos. La idea es dejar las cosas como están porque hay muchos intereses en juego, y no sólo los económicos, sino también los religiosos", afirma Salvador Bergel, titular de la cátedra UNESCO de Bioética de la Universidad de Buenos Aires. "Que esa sala de esa Cámara le haya dado status de persona a un embrión es absolutamente cuestionable, es sólo una interpretación. Sin dudas hace falta legislar, pero antes que eso hace falta un debate serio de toda la sociedad".

De hecho, hace años que circulan en el Congreso proyectos de ley que dan vueltas y vueltas hasta que pierden estado parlamentario y ya no se pueden volver a tratar. ¿Por qué con este tema ocurre esto sistemáticamente? Quien contesta es Silvia Martínez, legisladora y autora de uno de estos tantos proyectos: "Es un tema muy sensible. La cuestión económica es muy fuerte. Algunos prefieren que no se reglamente nada, y otros son muy duros, quieren prohibir todo".

Para Susana Sommer, bióloga y profesora de Etica de la Ciencia, "es terrible" que haya un vacío legal. "Ni médicos ni pacientes saben los límites de lo que se puede hacer. Creo que en el consentimiento informado los pacientes son los que deberían decidir qué hacer con los embriones sobrantes. También me parece sensato y razonable que se usen para investigación, para el desarrollo de la ciencia, ya que en una donación serían anónimos y dónde queda el derecho a la identidad".

¿Y esta idea que está dando vueltas sobre darlos en adopción? Sommer suena casi indignada: "¿Qué es este clamor por adoptar a los pobres embriones huérfanos? ¿Cómo es posible que la gente sea más sensible ante un embrión que frente a tantos chiquitos vivos que podrían ser adoptados?".


Embriones: congelamiento e implantación


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EUTANASIA ,Polonia: otro caso de eutanasia reaviva la polémica

Polonia: otro caso de eutanasia reaviva la polémica

Una madre pidió a la justicia que dejen morir a su hijo, desde hace 24 años en estado vegetativo por una pérdida de masa encefálica

Lunes 23 de febrero de 2009 | 11:14  (actualizado hace 728 días)

VARSOVIA (EFE).- La madre del joven polaco Krzysztof Jackiewicz solicitó a la justicia de su país que dejen morir a su hijo, un hombre de 40 años que ha pasado los últimos 24 en estado vegetativo, tras sufrir una importante pérdida de masa encefálica.

"Permitid a mi hijo una muerte digna", afirma hoy al diario Dziennik Barbara Jackiewicz, que permanece junto a la cama de Krzysztof desde que el muchacho entró en coma.

Según la madre, la situación de su hijo es similar a la de la italiana Eluana Englaro, quien falleció recientemente rodeada de polémica por la desesperada defensa que su familia hizo de la eutanasia.

"La salud de mi hijo no va a mejorar, no hay esperanza de que mejore", explica esta mujer, que desea que Krzysztof sea desconectado de las máquinas que lo mantienen con vida y pueda morir en paz.

Barbara reconoce que recientemente ha recibido la visita de algunos políticos polacos contrarios a la eutanasia, como el ultra conservador Marek Jurek, quienes le pidieron que reconsidere su posición y mantenga la esperanza para su hijo.



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viernes, febrero 18, 2011

eutanasia: Realidades “eutanásicas” en la historia del cristianismo (168-08)

Realidades "eutanásicas" en la historia del cristianismo (168-08)

18.02.11 | 07:08. Archivado en CRISTIANISMO
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Hoy escribe Antonio Piñero

La cuestión de la eutanasia como hoy se plantea no suele tratarse en la historia del cristianismo oficial. La razón es ya sabida: la doctrina es que se debe respetar la vida humana en cualquier circunstancia y condición. Y ello como consecuencia de un mandato divino "No matarás".

Sin embargo, argumenta Monclús en el libro que estamos comentando, que "recorriendo la historia del cristianismo nos encontramos con la realidad desconcertante de una serie de hechos que resultan ser casos aceptados, a veces predicados enardecidamente por la Iglesia, de una búsqueda práctica (y positiva) de la muerte, no sólo ajena, sino también propia" (p. 238). Por ello la defensa de la vida sobre la muerte queda negada en la práctica o tiene muchas excepciones que debilitan su fuerza.

Conocemos y hemos mencionado ya el caso de los mártires. Monclús interpreta que en muchísimos casos, bien analizados, hay una búsqueda positiva de la muerte, lo que no se compagina con la recta actitud pasiva de dejar a Dios que la envíe. Monclús cita un buen número de casos tomados sobre todo de la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea (hay edición en la B.A.C, con texto bilingüe, Madrid, 2001).

Quizá uno de los textos más claros, que Monclús cita expresamente pero sin aportar el pasaje concreto, es de Ignacio de Antioquía hacia el 110, camino de Roma, para ser juzgado una vez que había sido apresado por ser cristiano. Tomo el ejemplo de R. Stark, La expansión del cristianismo (Madrid, Trotta, 2008, cap. 8 "Los mártires. El sacrificio como elección racional"

Lo que temía Ignacio no era morir en el circo, sino que los cristianos bien intencionados pudieran conseguir que se le perdonara. Así, escribió anticipadamente a sus compañeros en Roma pidiendo que no interfirieran de ningún modo para evitar su martirio:

La verdad es que temo que sea vuestro amor lo que me perjudique. Para vosotros es sin duda fácil lograr lo que buscáis; pero para mí es difícil ganar mi camino hacia Dios, si vosotros no tenéis consideración conmigo... No me concedáis otra cosa que dejar que mi sangre sea derramada como sacrificio a Dios...

Escribo a todas las iglesias, y a todas se lo encarezco, que muero voluntariamente por Dios con tal que vosotros no me lo impidáis. Os lo suplico: no me mostréis una benevolencia inoportuna. Dejadme ser pasto de las fieras, que son para mí medios de alcanzar a Dios. Trigo soy de Dios, y por los dientes de las bestias salvajes he de ser molido para ser presentado como pan puro de Cristo (Epístola a los romanos I 2; II 2; IV 1).

Ignacio buscaba la gloria, tanto aquí como en el más allá. Esperaba ser recordado a través de los siglos y se comparaba con los mártires que se habían ido antes que él, incluido Pablo, "tras cuyas huellas deseo hallarme cuando me encuentre con Dios".

Y en este apartado cita Monclús el Memorial de los santos, obra de Eulogio de Córdoba y un decreto ambiguo de un concilio, celebrado en esa ciudad en el verano del 852, en el que indirectamente se afirma que muchos mártires buscaron su muerte de un modo positivo, lo que era reprobable. El canon conciliar dice:

"Lo pasado, pasado. No desaprobamos la conducta de los que han buscado el martirio estos últimos años; pueden darles culto, si les place, aquellos que quisieran haber muerto como ellos. Pero prohibimos a los cristianos que en adelante se presenten a sufrir esta muerte sagrada" (p. 270).

Otro aspecto importante de esta sección del libro de Monclús es la consideración de la eutanasia pasiva, aceptada por la Iglesia, que es el ascetismo extremo. Monclús recalca que es una contradicción que la ascética cristiana desprecie en absoluto la vida, que también es un don de Dios y que esté poniendo de modo semidirecto todo los medios para eliminarla.

La muerte, según Monclús, se promueve de dos formas. Una, por el sacrificio y la renuncia a los placeres e incluso dimensiones esenciales –como comer, beber y sexo- de la vida, otorgados y querido por Dios. La segunda: deseando y esperando el fin de esta vida, que es muerte, para así liberarse y llegar a la vida verdadera del más allá:

"Estas dos formas de actuación son complementarias, pues el sacrificio, con sus privaciones, su dolor físico y psíquico buscado y padecido, sus enfermedades sobrellevadas sin terapia, etc. acerca a la muerte, y este acercamiento se considera bueno. La muerte no se contempla como algo malo, sino bueno, y cuanto la acerque se agradece y adopta gozosamente. Con ello en realidad, nos encontramos ante un paradójico enfoque eutanásico de la muerte, pues la muerte se considera y desea como algo bueno, y se favorecen los medios físicos y psíquicos para que llegue cuanto antes" (p. 277).

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com


Fuente:http://blogs.periodistadigital.com/antoniopinero.php/2011/02/18/realidades-eutanasicas-en-la-historia-de
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domingo, febrero 06, 2011

ABORTO: LA CONDENA


Aborto: la condena y la acogida

LA CONDENA

Quiénes son, por qué abortaron, cómo las descubrieron, qué castigos reciben.

La investigación de la Defensoría
Claudia Castelletti, abogada

abogada

Hacerse un aborto en Chile, por las razones que sean, es un delito. Esto, desde que en 1989 el gobierno militar proscribiera toda forma de aborto en la legislación chilena, incluido el aborto por razones terapéuticas, que existía desde 1931. Y, aunque son pocos los casos que llegan a la justicia, lo cierto es que hay chilenas que son detenidas, procesadas y condenadas por aborto.

¿Quiénes son esas mujeres? ¿Por qué abortaron? ¿Cómo fueron descubiertas? Un reciente estudio de la Defensoría Penal Pública, titulado Aborto e Infanticidio, Cómo Sostener una Adecuada Defensa, arroja un perfil. En él se estudiaron las 250 carpetas investigativas que había en la institución y que corresponden a mujeres que no pudieron pagar un abogado particular y fueron representadas por la Defensoría entre 2003 y 2009. La abogada Claudia Castelletti, subjefa del departamento de estudio de la Defensoría, comenta los hallazgos.

¿Quiénes son las mujeres condenadas por aborto?
El estudio derribó varios mitos, como el estereotipo de que quien aborta es una mujer joven e irresponsable que está viviendo la sexualidad de forma alocada. No es así; nos dimos cuenta de que tienen entre 20 y 35 años, ya han sido madres y están solas. Es decir, son madres solteras, jefas de hogar, que no cuentan con el respaldo y el apoyo de sus parejas.

¿Dónde se realizan lamayoría de los abortos?
En la casa, mayoritariamente. Y con ayuda de la madre o de una amiga. Eso también es interesante, porque las otras personas involucradas en el aborto son normalmente mujeres. Al ser descubiertas, no sólo se imputa a la embarazada, sino también a la mamá, o la amiga que la ayudó a abortar.

¿Cómo se descubre que ellas abortaron?
No es que el sistema penal persiga a estas mujeres. Las descubre cuando llegan a hospitales o postas públicas desangrándose o con alguna complicación posterior al aborto. En general son mujeres pobres, con una educación mínima que si ven que sangran creen que se van a morir, aunque muchas veces sea un proceso normal del aborto.

¿Qué pasa cuando llegan a urgencia?
Llegan angustiadas y vulnerables. Y, como no las atienden hasta que digan qué pasó, terminan contándolo todo.

¿El médico está obligado a denunciar?
Creo que eso es discutible. En principio hay una obligación para todos los profesionales de la salud a denunciar los ilícitos que se cometan. Pero está en la zona gris del secreto profesional. Es un tema que debieran explorar en las comisiones de ética de los hospitales. Porque una cosa es que el médico observe que hay signos de una pérdida o un aborto y otra que la mujer confiese que se lo hizo en un momento de riesgo vital, porque ella cree que se está muriendo.

¿Qué pasa una vez que ella le dice al médico que ha abortado?
Hay un carabinero en todas las postas. Se llama al carabinero y luego al fiscal. Así entran estos casos al sistema.

¿Y en las clínicas?
No sabemos qué pasa en las clínicas. En las urgencias de las clínicas no hay carabineros.

¿Cómo trata el sistema a las mujeres que abortan?
En general, no sabemos cuántos casos desestima el fiscal antes de que lleguen a tribunales. Lo que pasa es que el fiscal tiene una tarea difícil: probar que esa mujer estuvo embarazada y que abortó. Imagínate: te denuncian que te hiciste un aborto hace un mes y nunca fuiste a control por ese embarazo. ¿Cómo se prueba que hubo un embarazo?

¿Qué penas se les aplica?
Por ley corresponde presidio menor en su grado máximo; es decir, hasta 5 años. Ése es el marco penal base y va bajando si la mujer no tiene antecedentes penales. También hay otras atenuantes, como irreprochable conducta anterior, colaborar con la justicia. En general no se les da una pena privativa de libertad. Generalmente salen por suspensión condicional. Esto significa que se someten a determinadas obligaciones durante un determinado lapso, como presentación a la autoridad. Si se comporta bien entre 1 y 3 años, lo que se acuerda con el fiscal, y en ese plazo no vuelve a cometer delito, se sobresee definitivamente.

¿Encontraron casos de reincidencia por aborto?
No hay condenadas por aborto que sean reincidentes.

¿Cuáles son las razones esgrimidas por estas mujeres para abortar?
Un porcentaje significativo dice que el embarazo es producto de una relación no consentida: violación o estupro. Otra causal importante son las mujeres que están solas y ya tienen hijos y dicen: "no puedo traer otro hijo al mundo porque nadie me ayuda y no tengo cómo vivir con esta otra guagua".

"Las condenadas por aborto son mujeres que tienen hijos anteriores y están solas. Es decir, son madres solteras, jefas de hogar, que no cuentan con el respaldo y el apoyo de sus parejas", señala Claudia Castelletti, abogada de la Defensoría Penal Pública.

A mí me condenaron

condenada

Tiene 28 años, es historiadora, vive en Providencia, estudió en un colegio particular pagado y hace un año la condenaron por aborto. La mujer que entrega este testimonio no quiere dar su nombre. Dice que esta condena ha tenido ya demasiadas consecuencias, entre otras, cada vez que va a pedir trabajo, el tema aparece en su certificado de antecedentes.

"Pasó hace siete años y ha sido una pesadilla que quiero dejar atrás. Yo tenía 21 años, estudiaba en la universidad y llevaba 3 años pololeando. Mi pololo de entonces, ex alumno del colegio San Ignacio de Pocuro, ya era padre y apenas le dije que estaba embarazada, su respuesta fue que no podía tener otro hijo. Él se puso a buscar datos de dónde hacer un aborto y encontró un ginecólogo que nos cobró 400 mil pesos; pagamos en efectivo con lo que yo había ahorrado para las vacaciones. Más que tomar una decisión, me dejé llevar. Estaba confundida.

El doctor me citó en una casa en Macul, donde se realizó el aborto; yo tenía 4 semanas de gestación. Entré sola, mi pololo se quedó esperándome fuera. No recuerdo mucho, porque me he esforzado en olvidarlo, pero fue algo rápido e impersonal. Al salir de la casa, subí a la camioneta y casi de inmediato nos interceptó la policía: la PDI estaba siguiendo al doctor. Nos detuvieron. Nos interrogaron. Yo confesé todo, estaba muerta de miedo.

Lo que siguió de ahí en adelante ha tenido grandes consecuencias emocionales para mí, que he tratado de superar con 5 años de terapia. No es que me arrepienta del aborto, sino que fue muy duro enfrentar un proceso penal y tener que hacerlo completamente sola.

Mi familia me dio la espalda: mi hermano dejó de hablarme; mi mamá lloró y me pasó plata para un abogado; y mi papá hasta hoy no sabe, no le contaron. Mi pololo también se hizo a un lado. No me acompañó ni a los careos con el obstetra ni a los interrogatorios. Él no recibió condena alguna. A mí, luego de un largo proceso, hace un año me dieron 561 días de pena remitida; no fui a la cárcel pero una vez al mes tengo que ir a firmar al Centro de Reinserción Social; en marzo próximo firmaré por última vez. También quedé con arraigo y mi hoja de antecedentes manchada, que es lo que más me ha pesado.

Recuerdo una vez que postulé a un trabajo en La Moneda, donde había una vacante en un departamento de estudios. Llegué a la puerta con mi mejor traje y le entregué el carnet a la carabinera que está en la puerta. Ella ingresó mis datos al computador, miró la pantalla y me dio una mirada tan aterradora que no fue necesario decir nada. Volví a mi casa desolada, sintiendo cómo, una y otra vez, cuando alguien se entera, soy nuevamente juzgada y condenada. No soy una delincuente ni una mala persona. Mi error fue haberme embarazado chica y no haber tenido el apoyo para seguir adelante con ese embarazo".

LA ACOGIDA

Más amor, menos condena
Jorge Reyes

jorgereyes

El abogado Jorge Reyes forma parte del movimiento Pro Vida y del Proyecto Esperanza, un programa de acompañamiento para mujeres que han abortado. Opina que ellas sufren y que condenarlas judicialmente por aborto es un error garrafal. Aplaude nuestra legislación pro vida, pero denuncia la falta de instancias de información y contención emocional para que las mujeres conflictuadas o con embarazos problemáticos puedan pasar el trance sin abortar.

"En el Proyecto Esperanza hemos atendido alrededor de 300 personas. La mayoría mujeres que han tenido pérdidas o se han provocado un aborto, y también algunos hombres: son padres que estaban comprometidos con ese embarazo y no pudieron impedir que ella abortara. Y lo que vemos es que todos, incluso varios años después, desarrollan el llamado síndrome post aborto: dolor profundo, soledad, pesadillas, desear que nunca hubiera sucedido o que alguien lo hubiera evitado. A partir de esa experiencia afirmo que la mujer que aborta es una mujer que se apaga y que por muy terrible que sea la situación, el aborto no soluciona nada".

"En 2002, Gladys Pavez salió en la prensa pidiendo un aborto porque su guagua tenía una malformación grave y ella pensaba que se iba a morir. Yo en ese tiempo era panelista de El Termómetro y le ofrecí ayuda al aire. Ella aceptó y realizamos un proceso de consejería y seguimiento médico con el doctor Jorge Valenzuela, del Hospital J.J. Aguirre, quien le explicó que quien iba a morir no era ella, sino la guagua. E hicimos un proceso de acompañamiento con sicólogos para ayudarla a elaborar el duelo. ¿Y qué pasó? La señora Gladys desistió del aborto, porque lo que en realidad necesitaba era información médica oportuna y contención emocional. Lo que veo en estos casos es una falta de compromiso enorme hacia esas pacientes".

"La mayor prueba de que somos un país Pro Vida es la Teletón y cómo nos conmovemos con esas historias. Si existiera aborto, no habría Teletón porque esos niños no nacerían. Sin embargo, tenemos muchas incoherencias. Si el Estado chileno tiene este discurso pro vida, tiene que apoyar a las mujeres que traen al mundo a un hijo con una malformación severa a poder darle una vida digna. Falta mucho por hacer en esta materia y eso lo denuncio como un hecho gravísimo".

"Por lo mismo, creo que condenar a una mujer por aborto es un error. Esto no significa despenalizar el aborto, que es un crimen. Pero el tratamiento hacia esa mujer debiera ser diferente: si ella aborta es porque está enfrentada a una situación extrema. Mi propuesta es que a estas mujeres, en vez de condenarlas, debiera ofrecérseles un tratamiento paliativo de rehabilitación, un proceso de acompañamiento como el del Proyecto Esperanza u otro similar para reparar su dolor y que esto no le vuelva a suceder".

Fuente:http://www.paula.cl/blog/aborto/2011/02/05/aborto-la-condena-y-la-acogida/
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jueves, febrero 03, 2011

aborto terapeutico

Aborto terapéutico ¡¿Otra vez con el mismo cuento?!

Hay niños nacidos también inviables. Adultos. Ancianos. ¿También los matamos ahora si alguien se siente violentado con el hecho de que aún vivan? Además, a fin de cuentas, ¿no somos todos inviables si usamos la palabra tal como la usan estos dos legisladores?

03/02/11 10:32 AM | Imprimir | Enviar

Nos hemos enterado de que ha sido propuesta una reforma al código penal y al sanitario de manera de permitir el denominado "aborto terapéutico".

El proyecto de ley –copio la información aparecida en La Segunda– plantea en su artículo 1º agregar los siguientes incisos finales al Artículo 345 del Código Penal: "no se considerará aborto cuando se produzca la muerte del feto como consecuencia de una intervención, tratamiento o administración de algún fármaco que sea indispensable para salvar la vida de la madre, lo que deberá ser certificado por un grupo de tres médicos". El proyecto, además, incluye lo necesario para que ante una inviabilidad fetal, certificada por tres médicos, no sea punible la "interrupción del embarazo".

¿A qué viene este cuento ahora? Antes que todo, y tal como recordó Patricio Walker, una ley de esta naturaleza es absolutamente innecesaria. Walker dijo que "no es necesario legalizar el aborto porque no hay ningún caso en Chile en que una madre que haya interrumpido el embarazo para salvar su vida esté siendo procesada, investigada o encarcelada". ¿Cuál es el interés de Rossi y Matthei de perder el tiempo en preparar y discutir una ley que, más allá de la cuestión de fondo, es inútil? ¿Por qué hacerle perder el tiempo a los demás parlamentarios? Rossi y Matthei nos dejan en la estacada: no podemos sino pensar mal. En el mejor de los casos, la explicación sería que ambos necesitaban "prensa", la cual, ellos lo sabían, la podían obtener fácilmente con este tema. La otra, menos generosa, sería que, sabiendo ambos que el proyecto de ley es innecesario y políticamente inviable, querían mandar una señal –como se dice ahora– para reinstalar el tema del aborto en Chile, sea como parte de una estrategia a largo plazo para legalizarlo, sea como una estrategia para molestar al gobierno al obligarlo a tomar posición ante temas que le incomodan. Si fuera esta segunda explicación, quizá no se trata de que ambos hayan estado pensando en las estrategias señaladas, sino uno solo de ellos. Un estratega y un tonto útil. La eterna combinación de la política moderna. Adivine usted quién sería quien.

Pero en fin…, éstas son solo elucubraciones de un espectador quizá demasiado suspicaz y demasiado escéptico respecto de las bondades de nuestros políticos. Vamos por eso al fondo del asunto. Tiene razón Matthei cuando dice que la muerte de un niño no nacido, producida por algún tratamiento terapéutico brindado a la madre, no es necesariamente un aborto provocado, es decir, un asesinato. En este caso podría ser aplicable el principio de la llamada "acción de doble efecto". Para que él sea aplicable, la condición fundamental, hay otras también importantes, es que las medidas terapéuticas no provoquen directamente la muerte del niño –que de eso se trata y no de una eufemística "interrupción del embarazo"– ni como fin ni como medio para salvar a la madre. ¿Era necesaria una ley para esto? Nunca, a nadie y en ninguna circunstancia se le había ocurrido perseguir judicialmente a una madre por esto. Nadie, aparentemente, lo había considerado aborto. Pero Rossi y Matthei estimaron que a alguien se le podría ocurrir. Bien por ellos. Propongo para ellos el premio a "los previsores del año".

Hasta aquí el error cometido podría limitarse a que la distinción entre aborto y muerte del niño por una acción de doble efecto se planteó –al menos si se considera el modo como lo recogió la prensa– en relación con una ley de aborto, llámesele engañosamente terapéutico o no, cuando ella es importante, precisamente, para clarificar y resaltar la dignidad de la vida y la maldad intrínseca e irremediable del aborto provocado.

Pero, lamentablemente, el proyecto de ley va más allá y propone directamente el asesinato de niños cuando estos, aun sin nacer, no son viables, es decir, cuando nacerán muertos. La pregunta que salta inmediatamente es ¿qué carajo tiene que ver la inviabilidad futura de una persona con el hecho de matarla ahora ya? Si de viabilidad se trata, ¿qué proponen estos dos legisladores para los enfermos "inviables"? Por ejemplo, hay niños nacidos también inviables. Adultos. Ancianos. ¿También los matamos ahora si alguien se siente violentado con el hecho de que aún vivan? Además, a fin de cuentas, ¿no somos todos inviables si usamos la palabra tal como la usan estos dos legisladores? Todos vamos a morir en el futuro, antes o después, por lo tanto ¿por qué no adelantarnos al hecho? Estoy consciente que hay razones más de fondo para resolver este asunto. Pero la inoportunidad y el desatino de este par de legisladores no invita a indagar ahora en ellas. Basta por eso con una pequeña dosis de sentido común.

Pero el desatino va más allá.

Cuando Matthei fundamenta el proyecto de ley ante la prensa dice: "hay mujeres que se sienten absolutamente violentadas en nuestra sociedad, ya que sabiendo que ese feto no tiene ninguna viabilidad de nacer vivo se les obliga a seguir adelante con el embarazo hasta el final". ¡¡¡¿¿¿Perdón sra. Matthei???!!! No se si mi jurásica condición me impedirá agarrar todo el sentido de sus palabras, impidiéndome entrever en ellas algo cuerdo. Lo que yo hubiese pensado, así de buenas y primeras, es que lo importante no es considerar quien se siente violentado, sino quien es violentado. Probablemente, como persona de a pie, tiendo a pensar que el que padece la violencia es la persona que como probablemente va a morir en el futuro, es asesinada por otra ahora en el presente. No se me hubiese ocurrido pensar que la que padecía la violencia era la que según todas las apariencias era quien la estaba cometiendo.

Será que no entiendo… ¿o será simple demagogia?

 

José Luis Widow Lira

Publicado originalmente en Viva Chile.org


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